En total se invertirán 175.000 euros procedentes del Fondo de Inversiones de Teruel (FITE). La Dirección General de Gestión Forestal ha manifestado que seguirán adelante con la reforestación de los montes de Aliaga y Ejulve. El área fue pasto de las llamas en verano de 2009.
Las reforestaciones se reanudarán en la zona de Muela Cerra, un monte de utilidad pública situado en el término municipal de Aliaga. En principio la superficie en la que se llevarán a cabo las labores de reforestación es de unas 150 hectáreas, 40 de ellas corresponden a una zona en la que ya se actuó con escaso éxito debido, en gran parte, a la presencia de cabras montesas. Según Sergio Uche, alcalde de Aliaga, la gran cantidad de cabras montesas que pueblan la zona es un hándicap para el desarrollo de las reforestaciones.
Desde la Dirección General de Gestión Forestal se plantean el reto de recuperar el paisaje que había antes del grave incendio. La reforestación que se plantea tendrá una densidad de 1.200 plantas por hectárea repartidas entre Pinus nigra (alrededor de 900 plantas por hectárea y Quercus ilex (300 plantas por hectárea). Debido a la fragilidad de las plantas que se introducen en la reforestación y las condiciones del terreno, laderas de empinadas pendientes en muchos casos, se hace necesaria la presencia de retroarañas, por lo que está previsto que las labores de ahoyado se encarguen a una empresa de retroarañas especializada en este tipo de reforestaciones. En total se realizarán 1.200 hoyos por hectárea, y lo que se pretende con el uso de las retroarañas es garantizar la no agresión del medio al mismo tiempo que se aseguran que la profundidad de los hoyos es la idónea para asegurar una alto porcentaje de supervivencia de las plantas. La preparación del terreno se llevará a cabo unos tres meses antes de la reforestación por lo que las retroarañas empezarán a actuar de inmediato.
Otro de los objetivos que persigue esta reforestación es mejorar el control de la erosión laminar, prevenir el arrastre de sólidos y aumentar el tiempo al pico de la avenida. Mantener el monte sin regenerar supone el peligro de que la erosión de la lluvia provoque que las corrientes arrastren piedras por los numerosos barrancos de la zona.